Semillas de novelas, relatos, guiones...

Siempre escribiendo, tomando notas en mitad de la noche, en mitad de ensoñaciones y en un estado de consciencia nebuloso, o al regreso a casa, con prisa para no olvidar lo que durante el camino arde dentro, dentro, y resulta imposible de trazar sobre un papel cuando se está atrapado en las apreturas de un vagón de metro... A pesar de ello, olvido muchas palabras, palabras que llevan a otras, a frases, a pensamientos, a hilos de posibles historias, nombres de personajes que podrían llegar a ser. Tengo libretas y agendas, pero nunca las utilizo para anotar lo que quiero, deseo y me impulso a escribir. Empiezo en una hoja en blanco (o en el reverso del sobre de una factura de banco, o en el margen del libro que estoy leyendo, o en una servilleta de papel en un bar), y probablemente lo escrito duerma ahí durante días, seguramente semanas o meses, años he visto a veces que han pasado, y las hojas se acumulan, y las palabras se cruzan, palabras relacionadas o no con las primeras, se cruzan, en distintos sentidos físicos y metafóricos, con distintos ánimos, con tintas dispares, aprovechando los cada vez más escasos recovecos despejados que dejaron las primeras anotaciones, hasta que un día se entrecruzan todas las palabras que podían caber sobre el blanco.

Y tal vez ese día, o seguramente otro, tiempo después, me decido a descifrar las garrapatas que ya ni recordaba haber escrito, me decido a desenmarañar la maraña, a desentrañar entrañas y sentidos, a seleccionar y distribuir: esto es de esta historia, esto es de aquélla, esto es para el proyecto sobre la creación literaria, esto otro quiso ser un poema. Y tal vez lo transcribo por fin con el ordenador una tarde en la que me siento con ánimos y puede que culpable por haberlo retrasado mil veces. Lo paso a limpio por fin y algunas anotaciones se incorporan a historias que están en curso de escritura, y algunas de ellas dan origen a una nueva historia o a un nuevo párrafo de reflexiones, y muchas otras quedan dormidas en un letargo que tal vez no termine nunca o que quién sabe si germinará siglos más tarde en mi historia personal. Y hay otras que se pierden, hubo otras que se perdieron; quizá las mejores.

 

© jorge mangas peña, 2003-2011

 

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